domingo, 10 de noviembre de 2013

El monstruo que habita en mí.

Me encontraba impactada, estaba sorprendida por lo que acababa de hacer. Había matado a dos hombres, y lo había hecho por odio, por rabia, no por defenderme. El odio que había crecido en mí me había sorprendido, y llegó al máximo cuando vi que hirieron a Eras. Me acerqué a él temblando, puse mis dedos sobre su cuello, notando su pulso. Aquello me tranquilizó, ya que al verlo inconsciente me había quedado pálida. Sangraba mucho por la herida que tenía en el abdomen. Rompí un trozo de tela de mi ropa y lo puse sobre su herida, taponándola fuertemente. Apreté fuerte, y susurré unas palabras, centrándome en su herida:

— “σταματάω” — sentí como la sangre dejaba de brotar, y entonces retiré el trapo empapado. Coloqué mis manos directamente sobre su herida, y me centré por completo en ella —. “επουλωθούν”.

Observé cómo su herida se iba cerrando lentamente, mientras las lágrimas no dejaban de caer por mis ya húmedas mejillas. Cuando sanó por completo, deposité un suave beso sobre su frente, le pedí perdón, y me marché.

Me alejé todo lo que pude. Lo que acababa de hacer era horrible, había perdido aquello que Eras consideraba lo mejor de mí, lo que me hacía especial, diferente. Me había convertido en un monstruo, había matado a dos personas por el simple hecho de descargar mi rabia, mi odio, mi dolor por todo lo que me había dicho. Pero todos esos sentimientos había desaparecido de golpe para dejar paso a uno mucho peor: la culpa. ¿Cómo podría remendar este error? ¿Cómo podría superarlo? Eras también cometió un asesinato y jamás se repuso de él. Ahora lo entendía, ahora comprendía cómo se sentía. Era horrible, cargar con ese peso por el resto de mi vida era el peor castigo que podía tener, y sin duda alguna, me lo merecía. No era nada para arrebatarle la vida a otra persona, no era nadie, y lo había hecho sin pestañear. En aquel momento, todo mi mundo se derrumbó sobre mis hombros. ¿Cómo iba a ser yo la salvación para aquel bosque? No. No podía hacerlo, sé que hice una promesa, pero ahora me sentía incapaz de cumplirla. Quizás debería abandonar aquella historia, quizás debería huir lejos de todo aquello, y cargar con la culpa por el resto de mis días. O quizás, debía entregarme.

No. No podía hacer nada de eso. Había hecho una promesa, y lo menos que podía hacer para remendar mis errores era no cometer más. Debía cumplirla, por todas aquellas personas que había confiado en mí, por todos aquellos que habían depositado sus esperanzas sobre mí. No merecía ser una heroína, y no lo sería, pero no les quitaría aquello que llevaban tanto tiempo anhelando. Era lo mejor que podía hacer por ellos, era lo correcto.

Seguía corriendo por el bosque, alejándome todo lo que podía de Eras y los demás. Huía de ellos, porque tenía miedo. No de lo que pudieran decirme, sino de sus rostros. Temía mirarlos a los ojos y ver la decepción en ellos.

Las lágrimas que no dejaban de caer por mis mejillas me nublaban la visión, y apenas era capaz de ver qué tenía delante cuando tropecé. Caí de bruces al suelo, haciéndome pequeñas heridas en los codos y las rodillas. Entonces, rompí en llanto. Me sentía tan despreciable, tan sucia, tan llena de odio hacia mí misma. No tenía fuerzas para superar aquello. Acababa de matar a dos personas, y eso era algo que jamás había imaginado que haría. Supongo que todos vivimos realmente con ese miedo, de tener un día un accidente, de cometer un error que nos lleve a algo de lo que nos arrepentiremos eternamente, y yo lo había hecho, y lo peor de todo es que, cuando lo hice, me sentí poderosa, sentía que no había nada en el mundo que podría derrotarme. Pero me equivocaba, sí que había algo que lo haría, y sería mi propio sentimiento de culpa. Entre lágrimas, entre opresión en mi pecho, caí en un profundo sueño, lleno de imágenes y emociones…


Un enorme prado verte se extendía ante mí. El sol asomaba entre las montañas que se veían a lo lejos. Todo estaba tranquilo, se respiraba paz por cada rincón, era reconfortante estar allí. Caminé por el prado, sintiendo la hierba colarse entre mis dedos, haciéndome cosquillas. Nunca dejaría de sorprenderme la magia de aquel lugar.

Caminé durante largo rato, apreciando cada detalle, cada suave brisa que acariciaba y mecía mi cabello, cada gota que caía dulcemente del cielo. Sentía la vida correr por aquel lugar y colarse en mí. Sentía como mi cuerpo se llenaba de miles de sensaciones diferentes, como me sentía parte de él.

Me senté en el suelo, cerré los ojos y respiré profundo. Aislé mi mente de mi alrededor, y comencé a centrarme en sonidos lejanos. Escuché el sonido de un río, supuse que estaría tras las montañas. Escuché el batir de las alas de algún ave. Las pisadas sobre la hierba de algún animal. La respiración de alguna criatura que subía la montaña. Lo escuchaba todo, y entonces, me centré en un sonido que nunca había escuchado antes. No sabía describirlo, no era ningún sonido conocido, ni siquiera estaba segura de que fuera un sonido. Sentía calor, por todo mi cuerpo, extendiéndose rápidamente por él. Sentía la luz que me alcanzaba, como si se estuviera acercando, mientras que el calor seguía aumentando.

— Daphne — esa voz, ya la había oído antes… era Ella —. Estás cerca, puedo sentirte, pero también siento tu dolor y tu culpa. ¿Cómo ha sucedido?

— No lo sé… sentí el poder, sentí cómo me invadía, y lo utilicé, sin pensar en las consecuencias.

— Deberás aprender a controlarlo, Daphne, o él terminará por controlarte a ti.

— ¿Pero cómo?

— Yo te explicaré cómo hacerlo, pero antes debes llegar a mí. Lo estás haciendo muy bien, cielo, estás cerca. Sé que has recorrido un largo camino desde que tu aventura comenzó. Sé que es duro, y puedes estar segura de que cada vez lo será más, pero no debes rendirte. Jamás te rindas, pues si tú lo haces, este lugar lo hará contigo. Eres su vida, Daphne, su alma, y aunque aún no logres entenderlo, pronto lo harás. No le des la espalda a tus amigos, no te la des a ti. Lucha por lo que crees que es lo correcto, y recuerda los errores que has cometido para no volver a caer en ellos. Todo sucede por una razón, incluido esto. Sólo debes encontrar cuál ha sido, y entonces podrás superarlo.

— Pero, Eras jamás lo superó.

— Eras… él carece de confianza en sí mismo. Es por eso que nunca ha sido capaz de encontrar la razón que le llevó a cometer aquello, el motivo por el que lo hizo, y tiene miedo. Teme volver a cometer ese error de nuevo, por eso jamás se lo ha perdonado.

— Y cómo lo superaré yo…

— Encuentra el motivo que te llevó a hacerlo, la causa, y cuando la analices, sabrás qué es aquello en lo que no deberás volver a caer. Lo conseguirás, saldrás de este martirio, porque eres tú misma la que te lo has impuesto. Pero recuerda, no rechaces la ayuda, sigue tu camino, y encuéntrame, Daphne…


— ¡Daphne, despierta!

Una voz conocida me despertó de aquel sueño. Ella… había aparecido ante mí para guiarme, para indicarme el camino, pero aún estaba confundida. Abrí los ojos lentamente, y pude ver unos ojos verdes que me miraban con preocupación. Eras…

— Daphne, menos mal… ¿Estás bien?

— Eras… — rompí a llorar nuevamente cuando todos los recuerdos se agolparon en mi mente sin tregua alguna.

— Tranquila, tranquila… — me abrazó fuertemente, apretándome junto a su pecho, y haciendo que me sintiera protegida. Me meció suavemente entre sus brazos hasta que, al cabo del tiempo, al fin dejé de llorar — ¿Estás mejor? — asentí suavemente con la cabeza.

— ¡Menudo susto nos has dado, pequeñaja insensata! — Evan… levanté la mirada y allí estaba él, de pie frente a nosotros, mirándome con reproche —. Que sea la última vez que se te ocurre irte sin nosotros, ¿entendido? — asentí nuevamente, ya que no estaba en condiciones de discutir, y además, tenía razón. Había huido de ellos, porque temía ver sus reacciones ante lo sucedido, y sin embargo, estaban regañándome porque me había ido, sin hacer ninguna mención al otro tema. Break también estaba al lado de Evan, mirándome preocupado y enfadado. Pero no había miedo en sus miradas, no había desprecio, no había reflejada ninguna de las sensaciones que creía que vería, y aquello me alivió.

— ¿Cómo te encuentras? — me preguntó Eras, mirándome con ternura y, nuevamente, preocupación.

— Estoy bien, ¿y vosotros?

— Todos bien, aunque bastante preocupados debido a tu repentina escapada — dijo Evan bastante enfadado.

— Lo siento…

— Está bien Daphne, no pasa nada, pero, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste sin nosotros? — preguntó Eras.

— Tenía miedo.

— ¿Miedo? ¿De qué?

— De lo que pudierais pensar de mí tras lo que hice…

El silencio se apoderó de nosotros, y llegó el momento que tanto temía, pero sabía que no podíamos ignorarlo, que había cometido un error, y debíamos hablar sobre ello.

— Daphne, no pensamos nada de ti. Te defendiste, y me defendiste a mí de aquellos hombres. Y no sólo eso, sino que después, curaste mis heridas. No recuerdo bien lo que pasó, pero sé que me hirieron, y al despertar, ya no tenía nada. Me salvaste la vida.

— A cambio de arrebatársela a dos personas.

— Soy el primero que sé cómo te sientes, yo también hice algo así hace tiempo, aunque mi caso fue peor, maté por venganza, maté por el simple hecho de matar. Tú te has defendido. Sé que es duro, y sé que esto jamás lo olvidarás, pero no debes hacerlo, debes recordarlo para no volver a caer en el mismo error.

— Eso… eso es lo mismo que me ha dicho Ella.

— ¿Ella? ¿La has visto?

— En sueños… se me apareció cuando dormía y me dijo esas mismas palabras.

— En su tiempo, también me las dijo a mí. Yo no fui capaz de superarlo, pero sé que tú lo harás. Eres fuerte, más fuerte que ninguno de nosotros, y sé que encontraras la respuesta, y que conseguirás dominar ese poder que tanto te asusta. Lo conseguirás, y lo emplearás para hacer lo correcto. Pero prométeme algo.

— Dime.

— Jamás, y te repito, JAMÁS, vuelvas a irte sola. No nos dejes atrás. Estamos para ayudarte, Daphne, te acompañaremos hasta el final de tu camino, y daremos la vida por ti si fuera necesario. Siempre podrás contar con nosotros, por lo que, por favor, no vuelvas a dejarnos de lado. No preocupamos por ti, y al no verte allí, nos imaginamos lo peor.

— Lo siento, no pretendía preocuparos.

— Lo sé, y por eso, necesito que me prometas que siempre estaremos juntos. Que los cuatro juntos llegaremos hasta el final de esta aventura, de esta historia, y que siempre contarás con nosotros para todo. Necesito que me prometas que seremos un equipo, y que siempre nos protegeremos todos. Somos tus compañeros, Daphne, pero ante todo, somos tus amigos. Prométeme que nos dejarás formar parte de tu historia, para siempre.


— Lo prometo. Eras, Evan, Break, os prometo que jamás os abandonaré.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Me alegra mucho saber que te ha gustado. Espero que te sigan gustando los capítulos que están por salir.
      Un beso! =)

      Eliminar
  2. Dios, casi se me caen las lágrimas leyendo este capítulo. No sé si es por lo mucho que me llegan las descripciones de todo por la forma en las cual las pones en la boca de Daphne, por lo que le dice Ella en el sueño, o por lo mucho que la quieren y están dispuestos a protegerla tanto Eras, como Evan y Break.
    Me encantó leer este capítulo, y espero el próximo pronto <3.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿En serio? ¡No sabes lo que me alegra y me emociona leer eso!
      Es muy satisfactorio y motivante escribir una capítulo y leer todo esto como respuesta al mismo, así que espero que los que están por llegar te sigan gustando tanto.
      Un beso enorme! =)

      Eliminar