domingo, 3 de noviembre de 2013

Reencuentro.

Los días pasaron más rápido de lo que esperaba, y pronto estábamos de vuelta en busca de una persona a la que poca gente había visto nunca, y que nadie sabía realmente dónde se hallaba. Me hubiera gustado pasar más tiempo con Athena, ya que tenía muchísimo conocimiento sobre magia, sobre el bosque, y sobre muchos temas que harían que conociera mejor aquel lugar, pero por desgracia, debíamos partir, y ella no podía acompañarnos. Llevaba media vida escondida en aquel lugar, y así debía ser hasta que estuviera completamente a salvo. No sabía realmente para qué la quería Miratos, pero algo estaba claro, no sería para nada bueno, y nadie nos aseguraba que, después de utilizarla para su fin, no la matara.

En los tres días que pasé con ella, me puso al día de muchas cosas, y me enseñó a liberar de forma leve mi poder, aunque insistía en que no conseguiría liberarlo por completo hasta que hablara con Ella. Cuando le preguntaba por esa misteriosa mujer, no sabía responderme con claridad.


— Lo cierto, Daphne, es que pocas son las personas que la han llegado a ver realmente. Incluso Eras, que habló con ella, nunca vio su verdadero rostro, sólo escuchó su voz y vio una luz inmensa. Nadie sabe dónde vive, ya que se oculta en el Bosque para protegerse de aquellos que anhelan su poder. Pero tú eres diferente, tú sí tienes ese don que nadie más posee, por lo que no será complicado que la encuentres. Debes seguir a tu corazón, debes confiar en tu instinto, escuchar a la naturaleza y seguir sus indicaciones. Ahora te resultará complicado, pero te ayudaré a que puedas oírla.


Y desde aquel instante, no me separé de ella. Me enseñó a dejar mi mente en blanco, a quedar completamente en silencio, y poco a poco, a dejar que los sonidos llegaran a mí. Escuché el aleteo de las mariposas, las gotas de rocío de caían de las hojas, el sonido de un pájaro bebiendo agua del lago, las pisadas de los animales que vivían allí, la respiración agitada de alguna criatura asustada, temiendo ser cazada, el aire, la suave brisa que acariciaba nuestros rostros. Llegué a oírlo todo, desarrollé mis sentidos de una forma que jamás pensé que fuera posible. Era capaz de oler las cosas a mucha distancia, veía detalles en los que nunca antes me había fijado. Era como volver a nacer en un mundo diferente, en un mundo cargado de detalles que al resto de mortales pasaban por alto, pero yo era capaz de verlos, pero yo era capaz de sentirlos, y todo gracias a Athena.

Me enseñó algunos trucos básicos de magia, como encender un pequeño fuego, apagarlo con agua, o reclamar al viento. Consistía en utilizar mi propio cuerpo, centrarme en su energía y en el elemento en cuestión, y traspasarlo a la naturaleza, empleando la palabra necesaria: “φωτιά”, “νερό”, “άνεμος”… Era sencillo, pero me costó controlarlo, ya que jamás había empleado mi poder de forma voluntaria. Al menos, con esos pequeños trucos, el camino se nos haría más sencillo. Tras enseñarme lo básico, me dijo que ya estaba preparada para irme, de modo que todos hicimos nuestro equipaje, nos despedimos de ella, y partimos en busca de respuestas.

Caminamos durante cinco días sin ningún incidente. Cada mañana, me sentaba en algún lugar apartado de los demás, y llevaba a cabo lo aprendido. Dejaba mi mente en blanco y suspendía todos los sonidos del bosque, para luego irles dejando paso uno a uno. No sabía realmente dónde debía centrar mi atención, pero a veces, un simple aleteo, un simple gemido, me decían más que el resto de sonidos, y decidía seguir ese camino. Quizás no lo estaba haciendo bien, pero Athena no había sido capaz de decirme qué era exactamente lo que debía buscar, simplemente que me dejara guiar por mi instinto, y eso es justo lo que hacía.

— ¿Cómo estás tan segura de que vamos por el camino correcto? — me preguntó Evan.

— No lo sé, y es difícil de explicar, pero tengo la sensación de que la naturaleza, los animales, me están mandando pequeños mensajes, guiándome por el camino correcto.

— O sea, que no tienes ni idea.

— No… — dije avergonzada.

— Evan, déjala, ninguno de nosotros sabe cómo llegar, pero ella es capaz de escuchar cosas que ninguno de nosotros podemos. Debemos confiar en ella. Yo creo que nos llevará por el camino correcto — como siempre, Eras me defendía ante la desconfianza de los demás. No era que no creyeran en mí, pero entendía que, dado que nadie la había encontrado jamás, dudaran de que yo, una chica que había llegado hace poco a aquel lugar y que desconocía todo lo relacionado con él, fuera a encontrarla. Lo cierto, es que me sentía más fuerte y más confiada que en ninguna ocasión de mi vida, por lo que estaba segura de que tarde o temprano, daría con Ella.

— Tranquilo, si creo en ella, es sólo que me resulta raro, nada más.

— Te comprendo Evan, pero te prometo que daré con Ella. No sé cómo, ni por qué, pero os llevaré hasta Ella.

— Sé que lo harás, Daphne. Lo supe desde que te vi por primera vez.

Evan podía ser muy bromista y poco serio en la mayoría de las ocasiones, pero cuando decía las cosas de verdad, se le notaba, y sabía que confiaba en mí realmente. En todo aquel tiempo pude conocerlo mejor, y me di cuenta de que era una persona bastante tímida en cuanto a su intimidad, no conocía nada de él, salvo la historia que nos contó sobre él y Eras. Siempre me estaban preguntando cosas sobre mi pasado, pero ninguno de ellos se atrevía realmente a contar cosas sobre el suyo. Sabía que Eras tenía miedo de lo que pudiera pensar de él, pero poco a poco le fui convenciendo de que no había nada en el mundo que me hiciera cambiar de idea sobre lo que pensaba de él, y parecía que lo iba asumiendo.

Con el tiempo, me fui dando cuenta de que mis sentimientos por él iban creciendo. Siempre cuidaba de mí, siempre me defendía, y aunque yo era alguien independiente que no quería que nadie cuidara de mí, debía reconocer que aquellas muestras de cariño por su parte cada vez me gustaban más. Sabía que, para él, yo era como su hermana pequeña, a la que debía proteger ante todo, y que posiblemente, una vez que el bosque estuviera a salvo, no volvería a verlo, ya que no podría quedarme allí eternamente, pero aquello no me importaba, quería aprovechar cada instante con él, y aunque mis sueños viajaran por terrenos imposibles, al menos, en la realidad, él estaba más cerca de mí de lo que imaginaba. Me sentía diferente a su lado, me sentía más poderosa, más adulta, más valiente. Él era mi mayor compañero en aquella aventura.

Una noche, nos detuvimos en una zona muy frondosa y oculta para descansar de un largo día de camino. Esa noche, Break y Evan se fueron a vigilar, mientras que Eras se quedó conmigo.

— “φωτιά” — susurré mientras extendía mi mano sobre la madera, y una pequeña llama empezaba a extenderse por ella.

— Has aprendido muy rápido, Daphne. Estoy seguro de que podrás controlar tu poder con mucha rapidez.

— Yo no estoy tan segura…

— ¿Por qué lo dices?

— Cada vez que se ha liberado, ha sido en situaciones extremas, y nunca he sido capaz de controlarlo. Era como si no tuviera nada que ver conmigo, como si perteneciera a otra persona. Estos trucos son pequeñas muestras de poder, pero, ¿qué pasará cuando todo salga a la luz? Será demasiada magia de golpe, y tengo miedo. ¿Y si toda esa magia me supera? ¿Y si pierdo el control? ¿Y si hago algo de lo que me arrepienta eternamente…?

— ¿Cómo yo?

— No quería decir eso…

— Tienes la mala costumbre de menospreciarte demasiado. Sabes que serás capaz. Eres más fuerte que ninguno de los que estamos aquí. Podrás controlar ese poder, y serás capaz de hacer lo correcto. Tienes algo que ninguno de nosotros tenemos: bondad.

— Claro que tenéis bondad, Eras. No conozco a nadie más bueno que tú.

— Tu bondad es diferente, Daphne, tienes el don de que jamás has herido a nadie, y nunca has tenido el pensamiento de hacerlo. Eso te hace especial, eso te hace fuerte. Y eso hará que seas capaz de controlar tu poder.

— Espero que tengas razón.

Un sonido vino de los árboles. Escuché el crujir de unas hojas, por lo que en seguida me puse en pie y alerta.

— ¿Qué ocurre?

— ¿Has oído eso?

— No he escuchado nada.

— ¿Evan? ¿Break? — nadie respondió —. Ahí hay alguien, Eras.

— Está bien — Eras desenvainó su espada rápidamente, al mismo tiempo que yo desenvainaba la mía.

Dos soldados aparecieron de entre los árboles. Iban con las espadas en mano, dispuestos a pelear.

— Hola chicos, veo que estáis solos, ¿dónde están vuestros amigos? — dijo el más alto. Su rostro me resultaba familiar, pero no sabía de qué. Era fuerte, bastante corpulento, y tenía el pelo muy oscuro.

— No sé de qué amigos me hablas — dijo Eras.

— Ya veo, bueno, en ese caso la batalla estará equilibrada — y mientras terminaba de pronunciar esas palabras, se lanzó sobre mí.

Eras interrumpió el ataque con sus espada, pero justo en ese momento, el otro chico que lo acompañaba se lanzó sobre él. Ambos se enzarzaron en una dura lucha, mientras el otro hombre moreno se centraba en mí. Estaba intentando saber de qué me sonaba su cara, cuando lanzó la hoja de su espada contra mí. Detuve el ataque, y me defendí durante un buen rato, hasta que por fin caí en quién era.

— ¡Daroth!

— Vaya, Daphne, veo que te acuerdas de mí — dijo con una sonrisa cargada de maldad y odio.

— ¿Qué haces tú aquí? ¿Qué demonios…?

— ¿Sorprendida? No eres la única que vino a parar a este bosque.

— ¿Pero cómo…? — pregunté mientras detenía otro de sus ataques.

— Cuando le hiciste aquello a mi hermano, toda mi familia lo dejó pasar, pero yo no. Sabía que eras una bruja, y sabía que este lugar ocultaba algo, así que me adentré en él, y aquí encontré a Rorath. El me contó el propósito de Miratos para con este bosque, y decidí unirme a su causa. Sabía que tarde o temprano te encontraría, y ése sería el momento de vengar a mi hermano. Desde aquella noche no ha vuelto a ser el mismo. Le tiene miedo a todo, no deja de tener pesadillas y en cada una de ellas aparece tu nombre, Daphne. Lo volviste loco, y eso no te lo perdonaré.

No podía creerlo, el hermano de Donovan, ¡aquí! Y con ansías de venganza. Si tan sólo me dejara explicarle que no lo hice queriendo, que no podía controlarlo… pero sabía que jamás me escucharía.

Mientras seguíamos con la pelea, mi cabeza no dejaba de darle vueltas a todo esto. Había llegado hasta allí, y no sólo eso, sino que se había unido a los Elrath con el único propósito de acabar conmigo. Aquello no terminaría bien, lo sabía, pero no se me ocurría nada para evitar aquella situación.

— Todos allí sabíamos que eras una bruja, incluso tu madre, y por eso murió. Lo sabes, ¿verdad? Murió por tu culpa, Daphne, por tener a una hija bruja.

— ¡Cállate! — aquello me pilló por sorpresa, y me despistó. En ese momento su hoja rozó mi brazo, haciéndome una pequeña herida.

— ¡Já! No eres más que una mocosa rara que aspiraba a más de lo que era capaz de conseguir. Tu avaricia te condenó, y llegaste aquí, sí, pero ¿a qué precio? Todo el mundo te odia, tus padres están muertos, y ya no te queda nada.

— ¡Cállate Daroth! La gente ya me odiaba antes de que ocurriera nada.

— ¿Y tu madre? Ella no lo hacía, pero una hija bruja, ¿qué peor castigo podría haber? Se murió de pena, de pena por tener una hija así, maldita.

— ¡CÁLLATE!

— ¿Te duele oír la verdad? ¿Te duele saber que la única persona en el mundo que te quería murió por tu culpa?

— ¡CALLA YA! — las lágrimas empezaban a anegar mis ojos, y caían rápidamente por mis mejillas.

— Eres escoria, eres lo peor que ha podido tener este mundo, y tu madre lo sabía. Todos lo sabíamos. Deberías haberte ido antes, deberías haber desaparecido aquella noche, todo habría sido diferente.

— ¡CALLA!

— O quizás tu madre debería haber muerto antes, lo habría hecho de otra forma. Al menos, tu padre murió antes para ahorrarse ese sufrimiento.

— ¡YA BASTA!

En aquel momento la rabia se apoderó de mí. Sentía odio, mucho odio hacia mí misma, rabia, dolor, lamento… Sabía que aquello que había dicho no era cierto, que mi madre no murió por mi culpa, pero ¿y si no hubiera regresado aquel día? Quizás entonces ahora mi madre estaría viva, quizás todo habría sido diferente. Quizás sí debí haber desaparecido aquella noche.

— Estás muerta, Daphne — lanzó su espada contra mi pecho, pero algo lo detuvo — ¿Qué demonios…?

La magia estaba llegando a mí. Sentía el poder por cada poro de mi piel. El viento me envolvía creando una coraza protectora, mientras el odio hacia él crecía en mi interior. Las hojas de los árboles bailaban a mi alrededor en círculos, mientras el viento era cada vez mayor, elevándome ligeramente del suelo.

— ¡Daphne, no! — escuché la voz de Eras, y miré en su dirección. En aquel momento, el otro chico le clavó la espada en el costado, debido a su descuido por centrarse en mí.

La rabia me invadió por completo, no sólo acababan de herirme a mí, sino que además habían atacado a Eras, y aquello no podía permitirlo.


— “φωτιά” — el fuego recorrió cada poro de mi piel. Sentía el calor repartirse por todo mi cuerpo, mientras las caras desencajadas de los dos hombres mi miraban tras la cortina de viento que se había formado a mi alrededor. Dirigí el calor del fuego hacia la espada, haciendo que el metal se calentara, y cuando estaba al rojo vivo, lo hice. Me lancé hacia ellos, y sin pestañear, hundí mi hoja en sus vientres, mientras escuchaba sus gritos, y mientras una última palabra salía de los labios de Dorath: “monstruo”.

2 comentarios:

  1. Qué capítulo tan impactante...
    Es una pena que ya se hayan tenido que despedir de Athena, pero está claro el por qué lo hicieron. Ojalá se reencuentren.
    Me alegra que Daphne haya comenzado a aprender a manejar su magia, pero parece que las cosas, por el final del capítulo, siguen sin poder acabar bien... aunque la razón por la cual ella hizo lo que hizo está más que clara. No quiero ser bruta, pero se lo merecían. ¿Qué sabían ellos, después de todo, sobre la madre de Daphne? Por más que Eras haya estado en contra de esta acción de Daphne.
    Espero con ansias el próximo capítulo, a ver cómo reacciona Daphne en cuanto se le enfríe un poco la cabeza...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Cómo me alegra verte siempre por aquí!
      Estoy segura de que volverán a reencontrarse ^^
      Me gusta mucho saber tu opinión. Sí, se merecían un castigo, eso está claro, aunque a Daphne se le haya ido un poco de las manos, pero es fuerte, y sabrá salir de esta.
      Ya está disponible el nuevo capítulo, así que espero que te siga gustando cómo se va tornando la historia.
      Un beso enorme, Kuroneko, gracias por dejarme siempre tu opinión, es muy importante para mí saber qué pensáis en cada capítulo =)

      Eliminar