domingo, 13 de octubre de 2013

Los Elrath.

     Tras algunos días más, al fin conseguimos llegar a la base de la montaña. Era enorme, e imponía más de la cuenta. Tuvimos que ponernos más ropa de abrigo, la cual Eras se encargó de preparar, porque por aquellos parajes un manto de nieve cubría el suelo.

     Caminamos rodeando la montaña, en busca de un sendero que nos conduciría hacia Athena, pero nos llevamos una sorpresa antes de llegar...

     — ¡Eras! Me alegro de verte — dijo una voz profunda entre los árboles. De ellos emergió un hombre alto, algo entrado en edad, pero con el cabello negro azabache, recogido en una coleta alta.  Sus ojos también eran negros, y he de decir que no me inspiraban nada de confianza. Junto a él, otros tres hombres y una mujer cubrían sus espaldas. Los hombres también eran fuertes, dos de ellos tenía el cabello castaño, mientras que uno era totalmente rubio. La mujer, en cambio, tenía el pelo anaranjado, y los ojos de un color miel. Nos miraba de forma seria, y pude apreciar como sostenía con fuerza el puño de su espada. Aquello no me dio buena espina, pero supuse que estaba alerta para que no le ocurriera nada a su jefe.

     — ¡Rorath! ¿Qué hacéis por aquí?

     — Pues... en realidad os estábamos buscando — dijo con una media sonrisa.

     — ¿Ocurre algo? ¿Ella quiere vernos?

     — No, tranquilo. Sólo quería saber a dónde os dirigíais. Me llegó el rumor de que la chica estaba contigo, y tenía curiosidad por ver a nuestra salvadora — pude apreciar por su tono que no era muy de su agrado.

     — Entiendo. Ella es Daphne — dijo pasándome una mano por los hombros, aunque por la mirada que tenía, supe que aquel encuentro no le estaba gustando demasiado.

     — Así que esta chica es que la que va a salvarnos, ¿no? La esperaba... diferente.

     — Las apariencias engañan, Rorath.

     — Cierto. ¿Y ya sabe usar sus poderes?

     — Aún no.

     — Entiendo... ¿A dónde os dirigís?

     — ¿Es esto un interrogatorio?

     — Tranquilo, Eras, sólo es mera curiosidad... — vi como se ponía más serio de lo normal, y en ese momento supe que aquello no acabaría bien. No conocía a ese hombre, pero era cierto que tantas preguntas sonaban un tanto extraño, y que no me inspiraba nada de confianza.... Cada vez sostenía con más fuerza la empuñadura de mi espada.

     — En ese caso, creo que ya hemos respondido bastantes preguntas. Si nos disculpas, aún nos queda un viaje por hacer — dijo Eras.

     — Me temo que no, querido amigo, no puedo dejaros ir.

     — ¿Y eso por qué? — dijo mientras apretaba mi abrazo, y dirigía su otra mano hacia su espada. Aquello se estaba poniendo muy oscuro...

     — Porque Miratos no quiere que os deje ir junto a Athena.

     El rostro de Eras se ensombreció, a la vez que pude apreciar un destello de tristeza. Aquel hombre parecía un líder, alguien a quien quizás Eras hubiera seguido hace tiempo. Y ahora, sin embargo, ambos sostenían con fuerza las empuñaduras de sus espadas. Aquello pintaba mal, y nuestros rostros reflejaban la tensión que estaba empezando a crecer entre ambos bandos.

     — ¿Miratos? ¿Acaso ahora le sirves a él...? — apenas podía creérselo, lo notaba en su voz y en sus ojos, cargados de incomprensión y pena.

     — Digamos que... estamos buscando nuestra propia supervivencia. A veces hay que saber quién va a ser el ganador de la batalla, y unirse al más fuerte.

     — Eso es de cobardes, Rorath.

     — ¿Cobardes? Yo más bien prefiero decir que es de inteligentes, Eras. Este Bosque se muere, Ella se muere, esta chica no será capaz de hacer nada por él ni por nadie. El único que va a conseguir algo es Miratos, y va siendo hora de que lo asimiles. Entrégame a la chica, Eras, no quiero haceros daño, pero tampoco puedo dejaros escapar.

     — No te la daré...

     — Voy a pedírtelo una sola vez por favor, no me hagas llevármela por la fuerza, porque no dudaré en mataros.

     — ¡Vaya! ¿Y crees que podréis con nosotros? Estás un poco mayor ya, Rorath — dijo Evan, como siempre, con su toque de humor hasta en las situaciones más complicadas.

     — Contra ti sí que no tendré ningún remordimiento en matarte, Evan, no me provoquéis. Dadme a la chica.

     — Por encima de mi cadáver — dijo Eras, más serio que nunca.

     — Eras... — susurré, pero él me silenció con una mirada, y me colocó tras su espalda.

     — Como quieras.

     Y entonces ocurrió. Aquello que Eras no quería, aquello que estaba viendo venir desde que aparecieron. La batalla empezó antes de que fuera capaz de asimilarlo. El sonido de las hojas desenvainándose llenó el aire. El chocar de los aceros resonaba en el bosque, mientras yo estaba quieta, bloqueada, sin saber qué hacer. Jamás había peleado contra nadie. La única vez que había utilizado mi espada era en los entrenamientos con Eras, pero nunca pensé que realmente necesitara usarla. Aquello me daba miedo, estaba aterrada, ya que sabía que perdería, que antes de que pudiera defenderme alguna de esas hojas me atravesaría, y nadie podría hacer nada para salvarme. Eras peleaba con rabia contra Rorath, Break luchaba contra los dos hombres morenos, mientras Evan corría y peleaba contra la chica rubia. Pude darme cuenta de que sus ojos estaban más brillantes que de costumbre, y la velocidad a la que corría no parecía normal. Pero no tenía tiempo para pensar en eso en aquel momento. Me di cuenta de que faltaba un hombre, el chico rubio, y supe que venía a por mí. Desenvainé la espada y me giré rápidamente, y allí estaba, tras de mí, observándome.

     — Hola, Daphne. Por favor, ven conmigo — dijo amablemente, aunque sabía que esa amabilidad desaparecería pronto.

     — Ni hablar — dije firmemente.

     — No me hagas hacerte venir por la fuerza, porque te aseguro que perderás.

     — Eso habrá que verlo, ¿no crees?

     — Como quieras.

     Apuntó con su espada hacia mí, y entonces empecé a actuar por instinto. Eras siempre me decía que no pensara, sino que me dejara llevar y siguiera los pasos de mi enemigo para detener sus ataques. Y eso hice. Intenté dejar mi mente en blanco, aunque no podía evitar pensar en si los demás estarían bien, en qué pasaría tras esta batalla, pues sabía que sería la primera de muchas, y tenía pánico. Pero en aquel momento no podía pensar en eso. Tenía que concentrarme en él, en ese chico rubio que blandía su espada hacia mí, dispuesto a herirme para llevarme con ellos a la fuerza. No podía dejar que aquello pasara, no podía dejar que Miratos venciera. Debía salvar el bosque, debía conseguir mis poderes para derrotarlo. Sabía que aquel no era mi final. Peleé. Luché con todas mis fueras. Detuve sus ataques y realicé los míos propios. Jamás pensé que fuera capaz de hacer aquello, pero lo estaba haciendo. Le atacaba, lanzaba mi espada contra él con todas las fuerzas que era capaz de agrupar. Peleaba sin pensar en nada. El sudor caía por mi frente, camino hacia mis ojos, pero aquello no sería un problema. Reuní toda la fuerza que fui capaz, grité, y me lancé contra él. No sé realmente cómo explicar lo que sucedió a continuación, pero sentí la fuerza del bosque. Sentí que me acompañaba, que me ayudaba. Sentí que me regalaba la fuerza que necesitaba. Sentí que quería que ganara. Y así, con aquel grito, con aquella nueva fuerza, me lancé contra él. Oí su grito. Vi su cara de estupefacción. Sentí el silencio alrededor, todos había dejado de luchar. Había cerrado los ojos para sentir mejor la fuerza del bosque, y cuando los abrí, entendí por qué todos se habían quedado quietos. El chico rubio estaba en el suelo con el rostro pálido, y los ojos desencajados. El pánico de su rostro no era comparable con nada. El terror que sus ojos me mostraban hicieron que hasta yo tuviera miedo de mí. Había roto su espada con la mía, los trozos de la misma se encontraban esparcidos por el suelo, mientras que mi espada, estaba clavada en una roca. Al romper la suya, la inercia había hecho que la mía no se detuviera, y había roto una roca, estaba casi partida por la mitad mientras yo seguía sujetando la empuñadura de mi espada intentando acompasar mi respiración. Todos me miraban, todos estaban impactados ante tal escena. Algunos me miraban con miedo, otros sorprendidos, otros confusos, pero todos me miraban a mí.

     Entonces Eras se lanzó sobre Rorath, por sorpresa, y lo puso contra un árbol mientras con su espada le rozaba la garganta.

     — Ya has visto lo que es capaz de hacer. Dale un mensaje a Miratos de nuestra parte. O nos deja en paz, o el próximo en ser atravesado por esa espada, será él.

     Rorath estaba pálido, asintió levemente, y salió corriendo a través del bosque. Los demás lo siguieron enseguida. Eras se giró hacia mí, mientras Break se acercaba lentamente y sentía como Evan había saltado y se encontraba tras de mí.

     — ¿Estás bien? — me preguntó Break.

     — Creo que sí... — pude ver cómo Eras y Evan se miraban, pero no quería preguntar. No en aquel momento. Así que me callé y esperé a que ellos dijeran algo. Eras fue el primero en romper aquel incómodo silencio.

     — Creo que ya es hora de que tengamos una interesante conversación con Athena. ¡En marcha!

4 comentarios:

  1. El capitulo se me ha hecho bastante corto... La batalla entre el hombre rubio y Daphne me ha tenido enganchada. No sé cómo lo haces, y aunque siempre te digo esto, consigues meterme en tu historia. Creo que hasta he sentido los poderes del bosque :)
    Ya quiero conocer a Athena y ver qué tal es. ¡A ver qué dice ella!
    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿En serio? Me alegra saberlo, pensaba que quizás se os haría demasiado largo. Muchas gracias Alba, puedo decir lo mismo de ti. Gracias por pasarte a comentar y me alegra mucho saber que realmente he conseguido adentrarte en la historia y que hayas sentido esa sensación que provoca el bosque. Y en cuanto a Athena...¡pronto la conoceréis!
      Un beso enorme! ♥

      Eliminar
  2. No pensé que Daphne tendría que usar su arma tan pronto... qué lástima que aquellos hombres hayan traicionado al bosque de esa manera. Uno no debe de quedarse con quien cree que "va a ganar", sino que con quien cree que hará lo correcto.
    Por su miedo, he de suponer que los malvados no van a volver a molestar hasta dentro de un rato...
    ¡Ya quiero conocer a Athena! No dudo de que sea un personaje maravilloso (tanto como la historia de la que participa), con toda esta ayuda que prestó a Daphne y Eras hasta ahora.
    Hermoso capítulo, como lo son todos en tu historia. Es bueno volver a leerte, ¡y espero volver a hacerlo pronto!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón, pero por desgracia, hay mucha gente que antepone la victoria a otras muchas cosas. A veces ganan los malos, a veces los buenos, quién sabe quién ganará en esta ocasión.
      Muchas gracias por tu apoyo, Kuroneko, y tranquila, pronto habrá un nuevo capítulo. Esta vez espero poder hacerlo de forma continuada, ¡y estáis a punto de conocer a Athena! Así que espero que os guste ^^
      Un beso!

      Eliminar